9.06.2013

Los recuerdos en el mes...

Siempre era el mes más complicado para la familia. Si bien poco habían perdido en comparación con otras familias, los recuerdos de quienes pasaron por aquella casa y que fueron víctimas del "Nunca Más" se reavivaba año a año, complicando las relaciones y haciendo más doloroso el llevar todo lo que habían perdido.

Además, en el mismo mes estaba el nacimiento de dos de sus hijas, intercalados con las fechas de las muertes de tres de sus mejores amigos y de tantos, tantos conocidos. La historia que siempre nos contaban era la de Heraldo Tagle, un fumador empedernido que constantemente hablaba en las asambleas de la Universidad, gracias a él, Pastora había conocido a Refugio en medio de la reunión entre los amigos del colectivo libertario en el cual militaban en la Universidad. Para todos había quedado claro que Pastora y Refugio se habían caído mal, sin embargo había sido Heraldo el único que nunca se dejó engañar por las apariencias. Había sido luego de una de las tantas asambleas de la Universidad, cuando comenzaron los miedos a recorrer las calles y el anuncio silencioso de la tragedia que iba a suceder se disfrazaba de sequía, de austeridad y miseria por la carestía.
Un grupo, los más radicalizados, habían vuelto a una de las fábricas de telas para tomárselas, parecía moda, en aquella época, el tomarse alguna fábrica y ponerle una bandera nacional como si aquello significara conquistar el Everest. Otro grupo, en la Universidad, se habían dado cuenta que aquella actitud significaba guerra para los los partidarios de eliminar tanta locura y que se comenzaban a organizar contra el régimen.
Los centros de estudiantes, entre asustados y serios, sabían que poco faltaba para un enfrentamiento dentro de la Universidad, si la dejaban sola, era altamente probable que terminaran en peleas entre compañeros -alguna vez, incluso, amigos- por demostrar quién podía más.
Todos esperaban a aquel muchacho desaliñado con los ojos inquietos y de sonrisa fácil. Heraldo era uno de los dirigentes más reconocidos dentro de los departamentos de ingeniería. Su hiperkinesia y su ingenio era reconocido incluso entre los grupos contrarios al Gobierno del Presidente Redentor Cárdenas y era por esto mismo que él se había ofrecido como interlocutor con ellos y evitar cualquier desorden dentro de aquella casa de estudio. Cuando volvió, con ese vaivén y los ojos alegres, el cansancio denotó que aquella tarea que, por un periodo pareció imposible, se había logrado.
Pastora, perteneciente a uno de los Centros de Estudiantes lo recibió sabiendo lo que aquella mirada entusiasta significaba, de la misma manera, Refugio se sentó ahora tenso, pensando en qué era lo que había negociado
"tendremos que cuidar la Universidad durante la noche"
anunció finalmente, Heraldo, sacando la cajetilla de cigarros recién comprada, volteándola para abrir el envase de papel plástico que envolvía la caja de cartón con sumo cuidado para, finalmente, sacarla y voltearla y dejar la cajetilla abierta por donde no se abría. Mientras todos se organizaban para quedarse alojando en la universidad a la espera de que aparecieran los grupos más radicalizados y detenerlos, Pastora llegó con las colaciones que se habían conseguido en el casino universitario y las repartió en la mesa donde al menos unas 30 personas hablaban animadamente. Heraldo se acercó a la muchacha sonriéndole, luego de la primera reunión a la hora de almuerzo, ya había fumado una cajetilla completa y justo ahora había abierto otra más para fumarse otro cigarrillo. La muchacha, mientras separaba la ensalada del resto de la comida, le comentó que si seguía así, terminaría muerto por cáncer. Refugio se sentó al lado de Pastora sonriéndole al notar que le quedaba comida en el plato y preguntando sólo con el gesto en sus ojos si podía sacar la carne y el arroz que le quedaba.
La muchacha, como siempre, le asintió sacando lo que había separado para comer mientras Refugio hacía lo propio con lo desechado. Heraldo siguió hablando mientras sonreía por lo bajo, hizo el comentario de la locura que estaba quedando en la asamblea de Filosofía, en el patio ya algunos se disponían a pelearse a golpes si la asamblea no llegaba a resolución, Refugio lo miró negando con la cabeza, enrostrándole a su amigo que lo tomara tan a la ligera, Pastora, como siempre, lo defendía diciéndole que no era culpa de él que los otros fueran unos irracionales.
Las discusiones entre los tres generalmente terminaban en discusiones entre ambos, era por lo mismo que todos decían que la enemistad entre Pastora y Refugio no escondía más que enojo. Nuevamente el muchacho se rió.
Cuando Refugio lo animara a contarles la gracia, el muchacho sacó su cigarrillo por la parte de abajo de la cajetilla y les comentaba que su abuela decía que sólo aquellos que comían del mismo plato podrían seguir bien en una relación tal cual ellos lo estaban haciendo. Se miraron con las mejillas sonrojadas, primero por la discusión anterior, y la anterior a esa y después por las palabras de Heraldo quien fumaba tranquilo ante la extraña tranquilidad que se diera en aquel edificio a la espera de las resoluciones del resto de las carreras en la Universidad.
los tres se quedaron en silencio hasta que se terminara el cigarrillo, Refugio se sentó derecho y pidió a su amigo uno de los cigarros que le quedaba, El muchacho sacó la cajetilla, la volteó para ofrecer uno y luego él mismo tomó otro. "eso te hace mal" le dijo Pastora con reproche. "no moriré de cáncer" le aseguró y le guiñó el ojo izquierdo mientras prendía el cigarrillo con un fósforo.

Mientras caminaba en medio de la marcha, anotando mentalmente comprar la torta de cumpleaños de Gracia, recordó el último día de Heraldo cuando se los llevaron de la Universidad y nunca más se supo de él hasta dos semanas después. La madre del muchacho, una mujer con los mismos ojos inquietos pero apagados y llenos de pena luego de la noticia, no pudo reconocer el cuerpo de quien fuera su hijo. 60 balazos lo habían desfigurado y no tenía identificación, lo único que encontraron fue la cajetilla abierta por el otro lado, la marca inequívoca de que era él quien reposaba en la camilla de metal del servicio Médico Legal. Paradójicamente, había tenido razón, dos años después de eso, cuando el mismo Refugio fuese liberado luego de ser detenido en plena calla, se casó con Pastora quien, a su vez, pudo confirmar que el muchacho no murió de cáncer.

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