11.20.2007

Memorando...

Habían pasado 6 años antes de que pudiera al fin abrir los ojos y sonreir con reougnancia hacia quienes se habían encargado a hacer la vida imposible, a aquellas que presentaban una forma de ver la vida que definitivamente no era la mia, y sacarle importancia a quienes no presentaban mas que un ideario de si mismas...
Habia prometido no volver nunca mas, porque luego de tanto tiempo, parecían los malos recuerdos más fuertes que los buenos, no porque los buenos no fueran realmente buenos, sino porque los malos recuerdos eran la cotidianeidad que tanto me costó dejar atrás.
No, definitivamente no vlvería, y era una decisión sana porque parecía otra en aquella jaula de rejas intelectuales. Sin embargo, como presa de una maldición propia, el destino me hizo regresar para reencontrar aquello que obvié por la infamia del olvido, por la desdicha de la rabia... por la ignorancia de lo importante que son las personas para uno hasta que las circunstancias más extremas se presentan para demostrar lo contrario.
Es que no podía ser de otra manera, así estaba escrito, no podría haber vuelto si no fuera por ella, porque cuando las cosas parecían más extremas, más oscuras y profundamente negativas, era ella la que se presentaba como la opción paralela, contraria, hasta como la solución definitiva.
Si no era por ella, de seguro no volvía... pero fue ella la que con su ausencia, demostró que aquellos malos momentos, aun cuando eran más que los buenos, no deben ser mayormente valorados, al punto de olvidar los buenos.
fue un buen recuerdo, es una gran enseñanza... y ahora, si bien al volver no la encuentro, como muchas veces me entregó su silencio para escuchar mis palabras, dejo este recuerdo, que más que lamento es la precisión misma de la necesidad de mantener la distancia a aquello que no valoramos, pero al mismo tiempo, acercarnos a aquellos que de forma desinteresada nos brindan sus manos.
No hay más palabras que puedan expresar esta ausencia... no hay silencio que pueda expresar esta pena. Aun asi, dejo en el infinito el recuerdo de una profesora que fue una maestra, y que más que lamentar su partida, agradezco su presencia y el haberla tenido, para mi, es un orgullo.


a
Rossana Barahona