Derrepente la luz se apaga y nuevamente la oscuridad reinante se espesa con esa maraña de hilos que se entretejen con tan poca seriedad. Las emociones se desacostumbran con tanto traqueteo de palabras entrecortadas y sin sabor y "sinceramente" pasa a ser un estado de eterna desesperanza a no dejar de ser palabra.
No, no era el tiempo vertido entre tanta ceguera lo que nos había vuelto estúpidos, tampoco era el hecho de estar acostumbrados a dar tumbos entre los hilos y la noche. Nos habíamos vuelto estúpidos por que así lo quisimos, así mismo nos lo habíamos propuesto, y fue tan buena la apuesta que nos la creímos a las mil maravillas... si, estúpidos profesionales en la medida que nos alejabamos de lo que alguna vez dijimos era nuestro peor enemigo.
No, no era el tiempo vertido entre tanta ceguera lo que nos había vuelto estúpidos, tampoco era el hecho de estar acostumbrados a dar tumbos entre los hilos y la noche. Nos habíamos vuelto estúpidos por que así lo quisimos, así mismo nos lo habíamos propuesto, y fue tan buena la apuesta que nos la creímos a las mil maravillas... si, estúpidos profesionales en la medida que nos alejabamos de lo que alguna vez dijimos era nuestro peor enemigo.
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