Aun cuando parecía de porcelana, se desmoronó como barro húmedo. El Otoño parecía que avanzaba sin dar más que hablar, pero contrariamente se deslizó hasta que se hizo espeso, hasta que la tristeza se le colara por los poros, hasta que las habladurias y exigencias ajenas la llenaran de espesura, de silencio... de soledad.
entonces atrajo a su oídos dos estrellas que taparan con suaves sonidos los defectos que escuchaba repetitivamente, que desdibujara y recreara la realidad con la que siempre lidiaba y tenía que, finalmente, convivir.
Se cegó, se escondió mientras recogía los pedazos de barro deshecho, con las lágrimas se reconstruyó, y creyendo en lo que nunca había creído, dejando de lado las malas experiencias y aquello en lo que creyó sin razón, se paró con sus ojos tan cristalinos como siempre, con ese brillo de loza fina, con aquella sensación de eterno pensar que tantos criticaban, pero que al fin y al cabo no era más que su eterno existir.
entonces atrajo a su oídos dos estrellas que taparan con suaves sonidos los defectos que escuchaba repetitivamente, que desdibujara y recreara la realidad con la que siempre lidiaba y tenía que, finalmente, convivir.
Se cegó, se escondió mientras recogía los pedazos de barro deshecho, con las lágrimas se reconstruyó, y creyendo en lo que nunca había creído, dejando de lado las malas experiencias y aquello en lo que creyó sin razón, se paró con sus ojos tan cristalinos como siempre, con ese brillo de loza fina, con aquella sensación de eterno pensar que tantos criticaban, pero que al fin y al cabo no era más que su eterno existir.
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