3.19.2007

Sweet Dreams


MORIR DE AMOR

Sofía había inventado un nuevo mundo, se había negado a estar presente cuando la vida pasaba a invitarla a participar, y en su lugar, había creado sus propias historias basada en lo que podía leer, obtener y crear bajo la tutela nocturna de aquella casa que siempre había sido su morada.
Era tal su afán por poder demostrar que no era necesario darlo todo (como alguna vez lo había hecho), que se olvidó que guardando, tampoco era la mejor manera para poder enfrentarse al mundo.
Aquella noche, cuando Valentín demostró ser alguien demasiado importante para ella, cuando por fin se dio cuenta que las noches de plática, las discusiones que muchas veces parecían infundadas, los sueños, la manía de querer resguardar su aroma bajo los párpados, o peor aun, en su lengua, significaban que aquel corazón puesto bajo siete llaves, escondido entre diarios, libros y papel de distintos colores, había vuelto a latir luego de mucho tiempo.
-¿No podrás evitarlo?- se preguntó, mirándose al espejo que parecía hablarle sobre lo que ahora se avecinaba, habían estado tan cerca, habían estado casi memorizando lo que las manos sobre la piel podrían ofrecerles.
Sofía sonrió para sí, después de todo, tampoco quería evitar lo que parecía obvio que pasaría, y no era que no olvidara las heridas de guerra de un amor mal hayado, ni tampoco era que se sintiera sola, sino que simplemente, y aun a pesar de lo que aquel hombre le ofrecía, era capaz de desahcerse de ella misma con tal de que se encontrara con aquellos labios que parecían de mermelada cuando pronunciaban su nombre, cuando la llamaban o cuando la incitaban a dar por tierra aquellas murallas que había construído con tanto tiempo, porque ¿qué importaba volver a desgarrarse con tal de tenerlo unos momento?
¿¡Qué demonios importaba despertar al otro día preguntándose porqué había hecho lo que hizo, si en su cuerpo aún podía sentir transitar la sangre que le indicaba que las cosas habían sido más de lo que ella misma pudo imaginar!!?

Porque aun cuando era capaz de dejar aquel refugio que había construido para sí misma, la noche que se avenía ante tantas promesas de éxtasis mutuo, Sofía no dejaba de sentir que Valentín le pertenecía, sin que éste lo supiera realmente.

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