Las historias son inventadas... pero no del todo ficticias, las he escuchado, con atención, de quienes me han brindado la confianza de contarme sus penas y hablarme sobre sus alegrías. No Adorarás Falsos Ídolos es, simplemente, para quienes necesitan poner en LA Historia, su propia historia sin pasar al olvido.
11.29.2008
Escape nocturno
Entonces, entremedio de la oscuridad, en plena noche, aparecieron las palabras compuestas en un cuerpo
como amar aquello que no existe
fue lo que se preguntaba en cada trémula iniciativa de poder tomar su cuerpo por sorpresa... y sentía sus labios, y oía sus quejidos y entremedio sentía el aroma a almizcle, tan delicado, tan sublime entre los temblores de la carne, que poco faltó para decirle al tiempo que pasara más rápido... que a ese ritmo no resisitiría
pero se despertó de pronto, asustada, perdida, confusa
la noche, en medio de tanto sueño, había dejado de serlo,
y prometía, entre abrazo y abrazo, volverse lucero en medio de tanta tormenta vertiginosa en la cual se habían escondido.
11.12.2008
tardaras?
Sofía se limpió las lágrimas. Sabía que bajando las escaleras le esperaba una despedida.
Y también sabía que debía decir Adios.
se tranquilizó, como odiaba esos momentos en los cuales la ansiedad de lo que se avecinaba se proyectaba en su estómago con tal notable violencia que odiaba tener que sentirse viva tan repentinamente. Y abrió la puerta maldiciendo los ojos aceituna de aquel hombre, caminó odiando su tiritar en las rodillas y esa flcción en el codo izquierdo que se causaba involuntariamente.
se maldijo al saberse nerviosa, no porque lo estuviera, sino porque volvía a caer en aquel que se dijo no volvería a aceptar. Y es que las promesas parecen ser ciertas
y que mientras su boca se movía en el sinfin de telas que eran sus palabras suaves, quería colocar su lengua para saborear cada entredicho como manjar.
Debía dejar pasar, al menos por este momento -¡Sólo por este momento, mientras se cierra la puerta tras su espalda!- todo lo que su presencia significaba.
Y también sabía que debía decir Adios.
se tranquilizó, como odiaba esos momentos en los cuales la ansiedad de lo que se avecinaba se proyectaba en su estómago con tal notable violencia que odiaba tener que sentirse viva tan repentinamente. Y abrió la puerta maldiciendo los ojos aceituna de aquel hombre, caminó odiando su tiritar en las rodillas y esa flcción en el codo izquierdo que se causaba involuntariamente.
se maldijo al saberse nerviosa, no porque lo estuviera, sino porque volvía a caer en aquel que se dijo no volvería a aceptar. Y es que las promesas parecen ser ciertas
y que mientras su boca se movía en el sinfin de telas que eran sus palabras suaves, quería colocar su lengua para saborear cada entredicho como manjar.
Debía dejar pasar, al menos por este momento -¡Sólo por este momento, mientras se cierra la puerta tras su espalda!- todo lo que su presencia significaba.
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