6.02.2007

Pastelería


Casi como despedida de los dulces que me han provocado la mayor de las adicciones.


Si no estás bien por la falta de almíbar,
si te falta corazón de mazapán;
y no quieres más que miel dormida
mezclada con nueces y con sonrisas en manantial.
¿Porqué, entonces, sigues batiendo,
cuando no hay más que harina sin moldear?

¿Acaso no escuchabas, niña de maravilla,
lo que la leche herbida provocaba cuando no estás?

Y más aún, cuando la mezcla está en su punto,
cuando aún no has horneado el pan
cuando falta, entonces la escencia,
vainilla, jengibre, hinojo o licor
te das cuenta que la sal no bastaba
y que sólo hacía falta amor.


Tomabas con manos celosas, la pisca de aquel embriagable sabor
con lágrimas intentabas subir la mezcla,
y por poco, el odio, nos ganó

Pero hoy el horno no camina
no queda más que el recuerdo de ese inolvidable olor
algunas cuantas migajas
y tal vez, un agridulce sabor.

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