Aun cuando escondes tras la mirada, la sensacion culpable de un "te quiero",
agachas la cabeza y
dejas atrás las palabras, y escondes en tus besos, el límite entrañable de lo que alguna vez
te exigí como dueño.
Y aun cuando diga que yo no te quiero,
"que no te quiero"
extraño en este invierno
la posibilidad de
encontrar la primavera enredada en tus cabellos...
-¡Dios!-
dijo una vez con ojos cristalinos
-no es Dios el culpable... somos nosotros los responsables de perder un cariño,
decidimos la
espera del tren implacable del olvido
y nos sentamos separados por dos caprichos
entre mi dominio y tu sentido,
aplastando tu deseo y el mío,
e intentando beber desde los recuerdos, el aroma a tabaco, a miel, a limón
y abrigarnos con el recuerdo del roce ardiente de la noche pasada
¡Ilusos fuimos!
cuando queriendo escapar, tomamos el mismo curso, uno al lado del otro
pero sin hablarnos,
y nos
odiamos
pero al final... siempre estuvimos esperando; el uno al otro rendido.
agachas la cabeza y
dejas atrás las palabras, y escondes en tus besos, el límite entrañable de lo que alguna vez
te exigí como dueño.
Y aun cuando diga que yo no te quiero,
"que no te quiero"
extraño en este invierno
la posibilidad de
encontrar la primavera enredada en tus cabellos...
-¡Dios!-
dijo una vez con ojos cristalinos
-no es Dios el culpable... somos nosotros los responsables de perder un cariño,
decidimos la
espera del tren implacable del olvido
y nos sentamos separados por dos caprichos
entre mi dominio y tu sentido,
aplastando tu deseo y el mío,
e intentando beber desde los recuerdos, el aroma a tabaco, a miel, a limón
y abrigarnos con el recuerdo del roce ardiente de la noche pasada
¡Ilusos fuimos!
cuando queriendo escapar, tomamos el mismo curso, uno al lado del otro
pero sin hablarnos,
y nos
odiamos
pero al final... siempre estuvimos esperando; el uno al otro rendido.